Casi la mitad de todos los adultos norteamericanos, 60 millones de personas, son analfabetos funcionales. A ocho millones de estudiantes se les ha etiquetado como “incapacitados para aprender”, a lo que se no se responde con enseñanza básica sino recetando drogas.
El Departamento Federal de Educación de los Estados Unidos informa de que todos los años, uno de cada tres estudiantes de secundaria (más de 1,2 millones) abandona los estudios. Otras naciones industrializadas sufren la misma plaga, la tasa de abandono escolar alcanza una media del 15% en Europa.
Unos 30 millones de adultos americanos tienen una puntación por debajo del nivel mínimo en habilidades básicas de lenguaje y 60 millones más tan solo son capaces de realizar las tareas cotidianas más simples si tienen que ver con palabras y números.
Los estudios muestran que el analfabetismo es un factor clave en la delincuencia. Se ha estimado que el 60% de los presos adultos son analfabetos funcionales o parciales y que el 85% de los delincuentes juveniles tienen dificultades con la lectura, la escritura y las matemáticas básicas.
El coste de esta crisis para los gobiernos, empresas y contribuyentes asciende a los cientos de miles de millones. El coste en términos humanos es incalculable.
En muchas partes del mundo, la crisis es aún peor pues la mayoría no tienen siquiera acceso a la educación. De 113 millones de niños, aproximadamente el 80 por cien no pueden asistir a la escuela a causa de guerras internas y pobreza. En el África subsahariana, Asia Occidental y del Sur, los estados árabes y el Norte de África, el porcentaje de niños en edad para asistir a la escuela y no lo hacen está entre el 24 y el 40 por cien.
¿Es posible salvar sistemas de educación defectuosos o inaccesibles y traer esperanza a los más de mil millones de personas analfabetas en el mundo? ¿Es posible capacitar a las personas para alcanzar la alfabetización y la competencia que les permita contribuir así a la vida y cultura de nuestra sociedad?
La respuesta es sí, y está en los descubrimientos sensacionales de L. Ronald Hubbard y en los esfuerzos de Applied Scholastics Internacional por hacerlos disponibles mundialmente.
Educación en su sentido más amplio es la meta de Applied Scholastics. La meta es no sólo ayudar a los estudiantes a resolver sus dificultades con el estudio y superar las barreras, sino capacitarlos para volverse autosuficientes, capaces de aprender por sí mismos y poder ser responsables de su propio aprendizaje y educación en sus vidas.